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La apretada síntesis de este documento, procura reflejar el esfuerzo de los trabajadores, directivos y usuarios de la Provincia de San Juan. Durante estos 25 años, se han desarrollado cabalmente innumerables tareas para beneficio de los Usuarios y las Usuarias, muchas veces en desigual lucha sin descanso frente a poderosos intereses económicos. Con todos los Usuarios y las Usuarias celebramos el haber enfrentado con transparencia los desafíos planteados, con la confianza del esfuerzo renovado.
Existen en la historia de los pueblos, acontecimientos trascendentes que provocan un impacto permanente y transformador en sus estructuras, afectando a todos los sectores de la comunidad. Para San Juan esta circunstancia fue el terremoto del 15 de enero de 1944. Después de este la provincia y la ciudad no volverían a ser las mismas. No existe acontecimiento político, económico o de otro orden que haya producido un quiebre tan profundo en nuestra historia y en nuestras vivencias. Hoy, pasado más de medio siglo, continúa presente en cada emprendimiento público y privado de los sanjuaninos.
Si bien permanece vivo en la conciencia colectiva el recuerdo del sismo y sus consecuencias, en la provincia en general, no se han levantado monumentos ni hay espacios públicos que recuerden esta tragedia, sólo una misa los 15 de enero por las víctimas del terremoto.
Este hito en la historia de los sanjuaninos guarda acciones notables, historias de hombres y mujeres que merecen ser salvados del olvido, pués en la tragedia tuvieron gestos de desprendimiento y valor. Uno de los hombres que merece un recuerdo especial cuando se evoca la historia de San Juan, sin lugar a dudas fue un trabajador del sector eléctrico, que arriesgó su vida por la gente de su ciudad. Un conocedor de su oficio que en contados segundos, tuvo la lucidez de pensamiento para vislumbrar la única solución posible, y sin pensar más la ejecutó, aún cuando esa acción implicaba el mayor riesgo humano: el de perder la vida. Este trabajador del sector eléctrico fue Don FERNANDO JOSÉ ANGELINI
En los primeros años del siglo XX llegó la electricidad a la ciudad de San Juan. El avance fue posible gracias a unos cuantos pioneros en los que es necesario reconocer, según el autor de esta nota, su “tesón progresista”.
En estas líneas, escritas en 1957, Rogelio Díaz Costa, con el estilo claro, documentado y ameno que caracteriza sus innumerables escritos, nos cuenta esa parte de nuestra historia.
Ni en sueños imagina mucha gente las peripecias de los que a toda costa querían iluminar San Juan. Cuánto sacrificio, cuánta incomprensión, cuántos fracasos, cuánta hostilidad. Si pareciera que los sanjuaninos prefirieran volver siempre a la colonia que mirar adelante. Alguna vez he dicho que sólo de boca somos patriotas, cuando en realidad más han hecho los extranjeros por esta tierra que nosotros mismos.
Ahí están don Eugenio Kellemberg, suizo; don Justino Camy, francés; don Luis Ugarte, vasco; don José Segovia, español; don Rogelio Fernández, también español; los alemanes Arnoldo y Eduardo Rosenthal; don Juan Henrich, belga. Tampoco era sanjuanino don Francisco Sabatié.
Sólo don Tomás Bates (hijo) fue criollo y sanjuanino de los que procuraron introducir la electricidad como elemento industrial.
Hoy parece que definitivamente vamos a entrar en la era de la electricidad, bien merecen ellos un recuerdo. Acaso para que en alguna parte se estampen sus nombres como ejemplo de tesón progresista.